Alfredo Martinez Sanchez

©Alfredo Martinez Sanchez (2017-2023)

miércoles, 13 de diciembre de 2023

MINDFULNESS Y ESTOICISMO

El estoicismo parece estar tan de moda como el mindfulness. No es de extrañar que aparezcan juntos en distintos escenarios, aunque quizás las similitudes no sean tantas como se supone. 

Creo que una manera pertinente de enfocar el tema sería empezar por la comparación entre budismo y estoicismo, considerando también aquellas semejanzas debidas a elementos análogos en sus respectivos contextos histórico-sociales. Me refiero, por ejemplo, al repliegue hacia el cambio y el dominio interiores, combinados con distintas formas de aceptación, cuando el entorno social y político son rígidos y la estructura del poder no permite mucho más. Desde un punto de vista menos "externo", una de las nociones compartidas más características podría ser la de ecuanimidad, con su condena por igual del deseo y la aversión.

Una muestra de la asociación entre estoicismo y mindfulness la podemos encontrar en la página de una organización que, en principio, no parece sospechosa de vender humo y sensacionalismo llamada Modern Stoicism, en la cual se ofrece un curso anual denominado Stoic Mindfulness and Resilience Training (SMRT), modelado, según la información ofrecida, de acuerdo con el tipo de protocolos utilizados en los ensayos clínicos de la Terapia Cognitivo-Conductual (en la misma página se ofrece también otro curso, The Stoic Week, que incluye varias meditaciones).

Para terminar esta breve observación (sobre un tema sobre el que volveré, pues merece mayor elaboración), incluyo una cita de Marco Aurelio, destacada en una entrevista por uno de los miembros fundadores de Modern Stoicism, el catedrático emérito de la universidad de Exeter Christopher Gill:

 "At every hour, give your full concentration, as a Roman and a man, to carrying out the task in hand with scrupulous and unaffected dignity and affectionate concern for others and freedom and justice, and give yourself space from other concerns. You will give yourself this space if you carry out each act as if it were the last of your life, freed from all randomness and passionate deviation from the rule of reason and from pretence and self-love and dissatisfaction with what has been allotted to you. You see how few things you need to be able to live a smoothly flowing and god-fearing life; the gods will ask no more from someonewho maintains these principles" (Meditaciones, II, 5).

 Examinando este fragmento pueden apreciarse algunas similitudes con el mindfulness, pero también algunas diferencias. He transcrito la versión inglesa porque en la traducción española que manejo (la de Gredos de 2019) se pierde parte del interés del texto ya que,  por ejemplo, en lugar de comenzar con "At every hour, give you full concentration" (algo así como "a cada hora dale plena concentración"), comienza de esta manera: "A todas horas, preocúpate resueltamente".

 

martes, 11 de julio de 2023

Budismo, Felicidad, y la Ciencia de la Meditación

Sobre "Buddhism, Happiness, and the Science of Meditación", capítulo escrito por William Edelglass en el libro Meditation, Buddhism, and Science (2017).

[Nota: Mis traducciones de algunos fragmentos son meramente tentativas]

Una forma bastante común de concebir o presentar actualmente el budismo es entendiéndolo como un método para incrementar o favorecer la felicidad. Esta manera de pensar es indicativa, según el autor, de lo que puede ser llamado el "giro a la felicidad" ("happiness turn") del budismo occidental.


El propósito del capítulo es analizar algunos de los compromisos implícitos en la investigación empírica sobre la felicidad y cómo tales compromisos encuadran el significado de la meditación.

Los dos métodos más extendidos para medir la felicidad (se asume, por tanto, una noción "medible", cuantificable, de felicidad) son los cuestionarios de satisfacción vital y el muestreo aleatorio de experiencias. Cada uno de ellos asume una teoría implícita de la felicidad, en el caso de los primeros una concepción hedonista de la felicidad como afecto positivo o placer y, en el segundo, una noción de felicidad como satisfacción con tu vida. Con ambos métodos se han encontrado correlaciones entre la felicidad y el mindfulness. Basándose en Santideva y otros pensadores budistas, el autor argumenta, desde una postura crítica, que, por una parte, no todo afecto positivo tiene porqué identificarse con la felicidad y, por otra, que nuestra apreciación subjetiva puede ser errónea. 

En conclusión, el discurso científico sobre la felicidad y la meditación no es neutral sino que es una expresión del triunfo de "la visión terapéutica", en la que la práctica de la meditación es domesticada, como una herramienta de bienestar, y su poder para provocar, para problematizar algunos de nuestros deseos de satisfacción y afecto positivo, es reducido. 


 ALGUNAS OBSERVACIONES:

-La distinción entre felicidad en sentido hedonista y en sentido eudaimonista que se ha hecho común en ciertas investigaciones psicológicas es bastante discutible desde un punto de vista filosófico (punto de vista que resulta ser la base de tal enfoque).


 

viernes, 7 de octubre de 2022

Los pensamientos según Sayadaw U Tejaniya

 Sayadaw U Tejaniya es un maestro de meditación birmano. El presente texto es un extracto de una obra editada por Doug Mcgill (Relax and Be Aware), publicada en 2019, en la que se recogen distintas enseñanazas tratando de reflejar el contenido de un retiro típico de 31 días dirigido por Sayadaw U Tejaniya.

 

                                                                 Día 7 

                                         NO LUCHES CON LOS PENSAMIENTOS

 

Los pensamientos son la naturaleza. Los pensamientos son un proceso de la mente. Debemos reconocer los pensamientos.

 

Nuestros pensamientos cuentan una historia. Esta historia es solo un concepto. No es qué o quiénes somos.

 

La mente está pensando. Si sabes eso, eso es lo suficientemente bueno.

Hay pensamientos. Si sabes eso, eso es lo suficientemente bueno.

Los pensamientos son simplemente otro objeto que puede ser conocido.

 

La mayoría de las personas usan mucha energía cuando meditan porque tienen miedo de sus pensamientos o quieren evitarlos.

 

Lo que sea que esté sucediendo de lo que seas consciente, deja que suceda.

Lo que quieres reconocer es que sabes que está sucediendo porque eres consciente.

 

Aprecia la presencia de la conciencia.

 

 

lunes, 4 de julio de 2022

ESTRÉS Y MEDITACIÓN

 

Entre los beneficios de la meditación uno de los más mencionados es probablemente el impacto positivo que tiene sobre el estrés. El problema es que tanto la noción de meditación como, en menor medida, el concepto de estrés, pueden ser interpretados de diversas formas.

Una de las circunstancias que han contribuido a la visibilidad y a la relevancia de esta conexión entre meditación y estrés es el hecho de que uno de los factores más significativos en la popularización actual de la meditación ha sido el desarrollo y la expansión del programa MBSR (“Mindfulness Based Stress Reduction”. En su versión en castellano, REBAP: reducción del estrés basada en la atención plena), iniciado por Jon Kabat-Zinn en 1979 cuando creó la Clínica de Reducción del Estrés en la Universidad de Massachusetts. Tal y como indican tanto el nombre del programa como el nombre de la clínica, esta intervención puso el foco, al menos nominalmente, en la relación entre mindfulness y estrés.

Desde entonces han sido numerosos los estudios empíricos que han tratado de comprobar el efecto de la atención plena o mindfulness sobre el estrés, y puede afirmarse que, desde aquel momento, el crecimiento de la investigación científica acerca del mindfulness en general ha seguido un proceso exponencial. Esto no quiere decir que no hubiera precedentes, como el trabajo pionero de Daniel Goleman y G. E. Schwartz “Meditation as an intervention in stress reactivitypublicado en 1976, si bien aquella temprana aproximación adolecía de importantes limitaciones como el propio Goleman (junto a Richard Davidson) ha reconocido (Goleman y Davidson, 2017, pp. 60-64).

 

Hablar, sin más, del efecto de la meditación sobre el estrés es impreciso y puede dar lugar a confusiones, ya que el término “meditación” puede ser muy amplio, y distintos tipos de meditación pueden dar lugar a distintos efectos. Si concretamos más y nos limitamos a las prácticas conocidas como mindfulness, también enfrentamos algunos problemas ya que, por ejemplo, el programa MBSR implica distintos elementos (algunos tomados de la psicología occidental, otros de distintas tradiciones budistas, más un componente de yoga o de movimiento consciente). La relación entre la noción de meditación y el concepto de mindfulness es compleja. Aunque el propio concepto de mindfulness sigue siendo objeto de debate (v., por ejemplo, Gethin, 2011), se suele asumir que el mindfulness es una forma de meditación (con demasiada frecuencia se comete el error de identificar, sin mayor clarificación, mindfulness y meditación). En un sentido relativamente estrecho la meditación mindfulness vendría a coincidir con lo que Kabat-Zinn llama meditación formal, cuya esencia es la “meditación sedente”, inspirada o basada (este sería otro debate) en las prácticas meditativas budistas de shamatha y vipassana (v., Kabat-Zinn, 2016, pp. 104-115. Cf. Harvey, 2013, pp. 318-328 y 332-344). Sin embargo, su definición de mindfulness va más allá de la meditación formal: “mi definición operacional de mindfulness es la conciencia que surge al prestar una atención deliberada, en el momento presente y sin juzgar” (Kabat-Zinn, 2016, p. 23). La meditación formal contribuye de una manera crucial al surgimiento y a la formación de esta conciencia, es decir, al mindfulness, pero la noción de mindfulness es mucho más amplia (si bien, en el vocabulario del autor, los términos “meditación” y “mindfulness” a veces son intercambiables). En consonancia con esta concepción, cuando este autor considera los efectos del mindfulness sobre el estrés suele subrayar un fenómeno más amplio que la meditación formal: es lo que denomina “respuesta al estrés mediada por mindfulness” (Kabat-Zinn, 2016, p. 359). El factor específico que el mindfulness aporta a esta respuesta es la conciencia, una forma particular de conciencia: “La conciencia […] es el elemento crítico que nos ayuda a liberarnos de nuestras reacciones automáticas al estrés en aquellos momentos en que nos sentimos amenazados y nuestro primer impulso es el de huir o adoptar otro tipo de respuesta evasiva, como paralizarnos, escapar o agredir” (op., cit., p. 346). Fundamentalmente, se trata de una nueva forma de relacionarnos con los estresores basada en la conciencia. La idea clave de la propuesta de Kabat-Zinn se resume en el paso de la mera “reacción” a la “respuesta” consciente o, en otros términos, del automatismo a la conciencia. De manera que “El simple cambio que conduce de la reacción inconsciente al reconocimiento atento de lo que ocurre interna y externamente reduce el poder de la reacción al estrés y el efecto que tiene sobre nosotros” (p. 361).

 

Un ejemplo de la amplitud que el concepto de meditación puede llegar a tener lo encontramos en una publicación de la prestigiosa institución médica estadounidense “Clínica Mayo” con el título: “Meditación: Una manera simple y rápida de reducir el estrés”[1]. Sin hacer una clara distinción entre meditación y relajación, bajo el epígrafe “Tipos de Meditación” incluyen, entre otras prácticas, las visualizaciones, la meditación con mantras, el yoga y el TaiChi. En cuanto a las “Maneras Diarias de Practicar la Meditación”, además de, por ejemplo, respirar profundamente y repetir un mantra, incluyen también rezar y leer reflexionando sobre lo leído.

 

Sin llegar a los extremos de la Clínica Mayo es posible constatar que el término “meditación” se ha aplicado a distintos tipos de prácticas o de técnicas. ¿Pero, más allá de lo obvio, sabemos qué implican esas diferencias o hasta qué punto son relevantes?

Entre los autores que han subrayado la importancia de estas diferencias se encuentran los ya mencionados Goleman y Davidson, incidiendo en que el esclarecimiento conceptual y terminológico no es solo significativo en términos teóricos o filosóficos, sino que también es necesario con respecto a la investigación científica. Determinar con la mayor precisión posible qué tipo de práctica meditativa o qué componente o mecanismo de la misma se está estudiando redunda directamente en la calidad de la investigación.

Por ejemplo, Goleman y Davidson (2007) mencionan un estudio realizado en el Instituto Max Planck de Alemania en 2015 en el que se examinaron tres tipos diferentes de meditación: concentración en la respiración, bondad amorosa, y monitorización de pensamientos (sin dejarse llevar por ellos). Los investigadores encontraron que el primer tipo producía calma, lo que confirmaría la popular idea de que la meditación sirve para relajarse. Sin embargo, los otros dos tipos de meditación parecían contradecir esta creencia ya que no producían relajación, posiblemente debido al esfuerzo mental que requerían (op., cit, p. 68).

Goleman y Davidson (2007) señalan la importancia de distinguir, tanto para los investigadores como para los practicantes, entre los diferentes tipos y métodos de meditación (con sus correspondientes resultados), concluyendo que: “In sum, “meditation” is not a single activity but a wide range of practices, all acting in their own particular ways in the mind and brain (p.69) [“En suma, la 'meditación' no es una sola actividad sino una amplia gama de prácticas, todas actuando en sus propias formas particulares en la mente y el cerebro”].

                                                 REFERENCIAS

Goleman, D., y Davidson R. (2007). Altered Traits. Science Reveals How Meditation Changes Your Mind, Brain, and Body. Avery, New York.

Gethin, R. (2011). “On Some Definitions of Mindfulness”. Contemporary Buddhism, 12, nº 1, 263-279.

Harvey, P. (2013). An Introduction to Buddhism. Cambridge University Press, Cambridge.

Kabat-Zinn, J. (2016). Vivir con Plenitud las Crisis. Kairós, Barcelona.

WEB: Clínica Mayo: https://www.mayoclinic.org/es-es/tests-procedures/meditation/in-depth/meditation/art-20045858

martes, 26 de abril de 2022

ESTRÉS, EMOCIONES Y CULTURA ("Feeling bad is not always unhealthy: Culture Moderates the link between negative affect and diurnal cortisol profiles")

 A partir de que Kabat-Zinn conectara el mindfulness con la reducción del estrés en el programa MBSR (reducción del estrés basado en mindfulness), el estrés se convirtió en un concepto particularmente relevante en el contexto de la meditación y el mindfulness contemporáneos. El artículo que voy a comentar en esta entrada me parece importante no solo por lo que propone en relación al estrés, sino también por algunas reflexiones que pueden ser significativas con respecto al origen cultural del mindfulness. Hay, además, otras dos cuestiones que desde la perspectiva de este blog resultan interesantes, la relación entre emociones y cultura y la actitud ante las emociones negativas. 


Actualmente, la idea de que las emociones negativas pueden perjudicar la salud se ha difundido hasta ser popularmente asumida. Con independencia de otras consideraciones, hay evidencia empírica que sostiene esta creencia. La reacción espontánea será, por tanto, la de evitar las emociones negativas, luchar contra ellas o, al menos, controlarlas. Está reacción, añadiría yo, se ve reforzada o complementada por la tendencia natural de cualquier humano (y, en cierto sentido, de cualquier ser sintiente) a evitar lo que duele o molesta [varias entradas anteriores del blog tratan el tema de la evitación emocional y/o experiencial].

Park et al. (2020) examinaron si la cultura puede moderar la relación entre el afecto negativo y las respuestás biológicas al estrés (especialmente en el eje Hipotalámico-pituitario-adrenal, HPA). Para ello compararon las respuestas fisiológicas al afecto negativo de un grupo de estadounidenses con un grupo de japoneses y encontraron que solamente los primeros respondían con alteraciones en distintos marcadores que indican riesgo para la salud. 

La explicación ofrecida en este estudio a la respuesta de estadounidenses y japoneses es que la diferencia se debe a la manera distinta en que las emociones son culturalmente entendidas por unos y por otros ("These findings suggest that cultural differences in how emotions are construed may make the experience of negative affect more or less stressful and differentially consequencial for health"). 

La manera en que los autores describen estas diferencias culturales es interesante no solo desde el punto de vista de su investigación sino también en términos filosóficos. En la interpretación asiática tanto las emociones positivas como las negativas son vistas como "naturales, cíclicas e interconectadas en un continuo" (722). Según esta interpretación, que los autores denominan "perspectiva dialéctica", el afecto positivo y el negativo coexisten en un estado de equilibrio en lugar de ser mutuamente excluyentes de un manera dualista. Así el afecto negativo es considerado como relativamente pasajero, con el potencial de transformarse en direcciones más positivas, "because both negative and positive affect are natural, cyclical and interconnected on a continuum". En resumen, desde la perspectiva dialéctica asiática el afecto negativo no es considerado como un "problema" y, por tanto, como una fuente de estrés, sino como un componente natural o normal de la propia vida.

Por el contrario, en la perspectiva occidental aquí representada por los estadounidenses ("Americans"), el afecto negativo es interpretado como una amenaza para el yo (self), como la señal de una incapacidad o de un fracaso para regular impulsos problemáticos o para lidiar con las demandas del entorno. Lo que. a su vez, parece estar conectado con una actitud más general, el "principio hedónico" , según el cual la persecución del afecto positivo es vista como el medio fundamental para alcanzar el bienestar, mientras que, paralelamente, el afecto negativo es entendido como un estado adverso que debe ser evitado, o al menos controlado y mantenido a raya.




REFERENCIAS

Park, J., Kitayama, S., Miyamoto, Y. & Coe, C. (2020). Feeling bad is not always unhealthy: Culture moderates the link between negative affect and diurnal cortisol profiles. Emotion, 20, 721-733.